Unas veces para bien...
Otras, para mal...
El resultado da igual pues, al fin y al cabo, sólo se trata de errores.
Nos equivocamos al juzgar a una persona al poco de conocerla, por ejemplo.
Podemos creer que alguien es increíblemente encantador y después darnos cuenta que no... Y, al revés, por suerte, también ocurre. Alguien que te resulta molesto en un primer momento puede, si le das la oportunidad, demostrarte que es cien mil veces mejor que aquel alguien tan maravilloso del principio.
Solemos dejarnos llevar por la primera impresión porque, siempre nos han dicho, que es la que cuenta. Pero no! Eso no es así o, al menos, no debería serlo...
¿Cuántas personas maravillosas habrás apartado de tu vida por el simple hecho de no caerte en gracia la primera vez que os visteis? ¿No te da pena? y.. ¿cuántas personas que te causaron una primera gran impresión te han decepcionado, defraudado o lo que sea?
Pues eso.
Yo, hoy, reconozco que me he equivocado con algún que otro alguien.
Das y no recibes y cuando recibes te das cuenta que no es lo que deberían ofrecerte... Te sientes engañada, traicionada pero, sobre todo, tonta... Y todo por esa primera impresión que te hizo bajar la guarda y confiar..
Se acabaron para mí las primeras o segundas impresiones...
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Lo esencial, dicen, es invisible a los ojos...
¿qué es ese algo que te hace especial? ¿qué es lo que te hace destacar sobre los demás? ¿qué será...? ¿será que eres un elemento inestable?
¿Dónde iremos a hacernos la guerra? Dime. ¿dónde?