7 oct 2011

Ni príncipes ni princesas.

¿Quién querría ser una sosa al cuidado de siete enanitos (mineros y cantarines) pudiendo tener el tipazo de su madrastra gótica?

¿Serías obediente y llegarías a casa antes de las doce?

¿Te gustaría perder los taconazos en una carrera de lo menos elegante en pos de alcanzar la calabaza tuneada del clan de las ratas?

¿Elegiría alguna mujer morirse de miedo en el bosque, encima cargada con la compra (¡vaya cuadro!), pudiendo aullar entre las garras de un lobo? (En esta fantasía ha tenido mucho que ver la encarnación de Lobezno, o sea, Hugh Jackman).

¿Aguantarías a un pesado-eterno-adolescente que siempre está pegando brincos y no se puede separar de esa amiga —que tú sospechas más que amiga— llamada Campanilla? (¿Lo de campanilla será un cariñito o un nombre de guerra en plena práctica de sexo oral?)

¿Sabes lo mal que podrías quedar si te pasas durmiendo cien años rodeada de todos los de tu pueblo? (Imagina tu probable halitosis al despertar de un primer beso. Lamentable).

Realmente ¿lograríamos entender ahora el sacrificio de una mujer mitad pez mitad Miss Benidorm por no herir al hombre que acaba de rechazarla y casarse con otra?




Ya está bien de historias malintencionadas. 
¡Qué jeta tenían los Grimm, Andersen y Perrault! ¡Cuentistas, más que cuentistas! 
Ni zapatos de cristal, ni polvos mágicos, ni espejos sinceros. Unos buenos Manolos, polvazos de verdad y elixires de la eterna juventud.

Aunque en un momento de debilidad intentáramos hacer el ejercicio compasivo de adaptar el cuento a nuestro tiempo, no funcionaría. No saldrían ni el cuento ni las cuentas.

Te pongas como te pongas, los coches blancos son una horterada y un rubio vestido de azul celeste de arriba abajo también. Córtate las trenzas, tira la banda de miss al mar, regala manzanas para dormir a la competencia, fúgate con el lobo y date un baño de espuma con él. 

Recuerda: mientras las princesas duermen, las brujas vuelan.


Tú decides si seguir soñando con príncipes encantados y amores de película…
Eres tú quien tiene que aceptar, que ya va siendo hora, que ni el príncipe azul existe, ni tu hada madrina va a aparecer un día para traerte un vestido de infarto, ni si pierdes un zapato va a tocar un señor increíble a tu puerta para entregártelo…

Que así nos va, chicas. Que buscamos lo que no existe y por eso no hay manera…

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Decido no extrañarte,vestirme y levantarme.
Quiero escaparme de tu sombra
¿Por qué si no te quiero ver regresas a mi mente sin aviso y no puedo correr?

1 comentario:

  1. ¿Cansada de buscar?20/10/11, 1:16

    ya no quedan príncipes con los que soñar.

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