14 nov 2012

Refúgiate conmigo.


En los libros podemos refugiar nuestros sueños
para que no se mueran de frío.
La lengua de las mariposas

30 oct 2012

Se regalan sonrisas.

y tú tienes cinco sonrisas...






 Te convenceré con un millón de sonrisas.







-¿Esa es tu sonrisa más irresistible? me preguntó. 
- No, bonito, no. Esta es la sonrisa que le dedico a jóvenes atractivos, como tú, con los que coincido en la cola de algún supermercado, como este.  Mi sonrisa irresistible - proseguí- , ante la cual caerás rendido, la verás mañana temprano, después de invitarme esta noche a cenar.


Cenas que acaban en desayunos en la cama..
Alice


29 oct 2012

No te fíes del poeta, bonita.



Aquella noche, no recuerdo exactamente bien la fecha, el poeta se paró a no más de tres metros de distancia de una chica morena en la que ni siquiera reparó. Esa chica, estimados lectores, esa chica era yo.

Su oscuro pelo ensortijado, aquella mirada que dejaba asomar secretos escondidos y una sonrisa que, os aseguro, sería capaz de enamorar hasta al mismísimo Cupido.

La vida, caprichosa donde las haya, hizo que, un par de semanas después, le volviera a encontrar. Allí estábamos, el poeta, unos amigos y yo, compartiendo mesa, risas, juegos y cervezas - la sin alcohol para el poeta- mientras sus numerosos e incontables encantos empezaron a aflorar.

El poeta, mi poeta, tiene algo que le hace especial, algo que despierta la curiosidad de todo aquel que le rodea, chico o chica, da igual. Posee algo que engancha, que atrapa y de lo que yo no quería escapar.

Casi infinito fue el número de chicas, a las que ni siquiera conocía, que se acercaban a mí para advertirme sobre el poeta. "No te fíes del poeta" acertaban todas a decir. "El poeta promete el oro y el moro y luego, bonita, ni oro ni moro ni nada". Nunca he soportado que me llamen bonita, tal vez por aquello no las quise escuchar.

Sin embargo, una fría tarde de noviembre, al salir de la universidad, se sentó a mi lado en la parada del autobús, un hombre alto e increíblemente atractivo que rebosaba seguridad. Su mirada escrutadora me ponía nerviosa mientras intentaba sumergirme en las palabras de la canción que sonaba en mis oídos "te doy el mundo a largo plazo y, a corto, un trago de ron..." Podía sentir sus ojos clavados en mí hasta que, al fin, comenzó:

- Alicia, ¿verdad?

Me volví desconcertada y no pude más que asentir.

- Mira, querida, dicen que sabe más el diablo por viejo que por diablo así que escúchame bien. - Hizo una breve pausa, posó sus férreas pero cálidas manos en mi cara para dirigir mis ojos a los suyos y continuó- No te fíes del poeta, querida niña. No creas ni una sola de sus palabras.

¿Quién es este hombre? ¿Por qué se preocupa por mí? ¿Qué sabe él de mi poeta?

No quería seguir escuchándole, no si él también iba a hablarme mal del poeta, así que agarré mis libros y me levanté, anduve unos cuantos pasos, hasta lo que consideré una distancia prudencial, y eché la vista atrás fugazmente para comprobar, ante mi asombro, que ya no continuaba allí.

-Escúchame- insistió situado, esta vez, frente a mí, impidiéndome el paso y cualquier forma de huir.- No sucumbas a sus encantos, no confíes en sus promesas de amor. Recuerda que antes que hombre siempre será un poeta enamorado únicamente de la métrica, de la rima asonante y del amor.
- No sé quién eres - acerté a balbucear- ni qué quieres de mí  ni qué pretendes viniendo aquí a hablarme de él. Si es verdad que el poeta es tal cual lo pintan y me tengo que estrellar, lo haré yo sola porque quiero y, sobre todo, porque puedo. Tal vez duela o, quizás, tenga un bonito final. ¿Tan difícil es entender que quiero darle el beneficio de la duda y confiar?

Los ojos del extraño hombre me miraban consternados, incluso, parecía compadecerse de mí. Qué sería lo que sabía del poeta para venir hasta aquí.

-Cuando el poeta se vaya, porque se irá, te acordarás de mí y de que te advertí. No te fíes del poeta, querida niña, pues hace mucho que tiene su lugar ganado junto a mí. 

**************
Desconfié del mismísimo Lucifer... 
Caí rendida ante los encantos del poeta, mi poeta y el de muchas otras más. Me entregué a su juego por completo, decidí que aquello sería cosa de los dos.  Jugamos con fuego, con fuego del mismísimo infierno, mientras convertimos en pasiones escritas y versos desmedidos las noches que vivimos bajo las sábanas de la cama que una vez compartimos.

El poeta me prometió, una y mil veces, y no exagero, que se dejaría quererme y lo consiguió. Bajó la guardia, se quitó la armadura y se entregó a nuestro amor, a lo que creíamos amor. 
El poeta fue mío, un tiempo que no olvidaré jamás, pero mis miedos se tornaron realidad. Aquel poeta era incapaz de aceptar que había una persona en este mundo  que le importara más que sí mismo y se marchó. 

****************
Siguió rompiendo corazones, buscando y arrancando las más bellas flores de cada jardín, escribió poemas y encandiló a toda aquella joven que se le acercó. 
****************

Hace tiempo que el poeta no escribe, ¿será que se enamoró? 
No os fiéis de los poetas ni de sus rimas ni de su métrica perfecta 
o, al menos, no del que mi  tranquilidad perturbó.
Alice

11 oct 2012

Miénteme, querido.



Al fin llego a casa tras un larguísimo día. Cierro la puerta y, dando dos patadas al aire, me quito los preciosos zapatos de tacón negros que llevo, dejo las llaves en el mueble de la entrada y me miro al espejo. Ha sido un día intenso y mi cara lo refleja. Bueno, al fin estoy aquí.

Me duelen los pies, estoy increíblemente cansada y ni siquiera sé si tú has llegado a casa. Me dirijo a la cocina entre la oscuridad para buscar algo en lo que colocar las preciosas gerberas que me he ganado esta noche a cambio de sonrisas. Aún no estoy familiarizada con este lugar y no sé dónde hay nada. Sinceramente, espero que la situación cambie pronto. Abro un armario tras otro y no encuentro nada parecido a un jarrón. Me conformaré con un vaso alto… 

Me quedo absorta mirando la belleza de estas tres flores. Sus colores brillantes me impresionan. Tengo tres, lo que equivale a tres sonrisas. Vuelvo a sonreír y pienso que deberían haberme dado otra. Una de color rosa, una naranja y otra de un maravilloso color amarillo. ¿Mi favorita? La amarilla, por supuesto. Tan bellas, tan frágiles, tan efímeras...

Me dirijo a la habitación, realmente estoy agotada esta noche. Aquí estás. No puedo evitar deleitarme con la imagen que me ofreces sin ni siquiera saberlo. Duermes plácidamente, emanas tranquilidad y tu rostro, tu perfecto rostro, se muestra relajado e invita al sueño y, a la vez, al mayor de los pecados.

Me quito la ropa, intentando no hacer demasiado ruido para que no despiertes, no me lo perdonaría. Rebusco en mi bolsa y no lo puedo creer. ¡Nuevamente he olvidado el pijama! Oigo en mi cabeza como me dices entre risas "eres un auténtico desastre, pequeña". Echo un vistazo rápido a la habitación y veo una vieja camiseta tuya. Con esto bastará.

Muero por volver a besar tus labios, por perderme en tu cuerpo, por saborear tu cuello, por dejarme llevar entre tus manos… Me ruborizo sólo de pensarlo mientras una sonrisa, no demasiada inocente, asoma entre mis labios.

Tal vez no sea esta la noche. Tal vez tus labios ya no me pertenezcan. Tal vez tenerte no sea más que uno de esos sueños que tengo y que deseo fervientemente que se conviertan en realidad. Tal vez, sólo tal vez.

Esta noche he decidido olvidarme del mundo, e, incluso de mí. Esta noche eres mío. Esta noche será tuya. Esta noche te entrego todo lo que tengo, todo lo que, de alguna manera, soy: mis manos, mis labios… mi cuerpo entero y mis anhelos más ocultos.
Esta noche seré para ti. Esta noche serás para mí. Esta noche será nuestra noche. Tuya y mía. De nadie más.

Tu sueño no debía ser demasiado profundo pues sólo con meterme en la cama parece que has despertado. Sonríes, me sonríes, y pienso mientras te miro embobada si se puede ser más perfecto. No, desde luego, no se puede. Eres demasiado apuesto como para permitirme dejarte escapar.

-Me gusta como te queda esa camiseta- dices aún más dormido que otra cosa- Sin embargo, preferiría que no la llevaras. Necesito el roce de tu piel.

Tus sutiles peticiones son casi órdenes para mí, así que decido complacerte. Ahí quedo, desnuda ante ti, muerta de frío, mientras la vergüenza empieza a hacer acto de presencia en mis mejillas.

- Bésame- te suplico con un susurro casi inaudible- Bésame y no pensemos en nada más. Tú y yo. Ya está.

Tus labios se acercan lentamente a los míos hasta que al fin se unen  haciendo explotar en mí un sinfín de sensaciones, tus manos se vuelven ansiosas y noto como quieren recorrerme de principio a fin. Besos y más besos. Caricias, sonrisas y algún que otro mordisco son la antesala de lo que esta dulce noche nos depara. Nuestra noche.


-Miénteme, querido innombrable. Miénteme y quiéreme esta noche. Sin miedos, sin preocupaciones. Quiéreme con el deseo de dos cuerpos que se encuentran después de toda una vida sin verse…

El roce de tus manos altera mi piel, tus labios avivan las ganas de sentirme tuya. Mi cuerpo, esta noche, se rinde ante ti.

Miénteme, querido. Miénteme.
Alice.




5 oct 2012

No dosifiques los placeres, derróchalos.


Hace unos días me dijeron "¿qué es para ti el placer?"

Placer es sentir la hierba mojada bajo tus pies descalzos una cálida mañana de verano, es mirarle y no poder evitar sonreír.
Placer es deleitarse con una gran copa de nata con nueces o escuchar la risa alegre y contagiosa de un niño.
Placer es que te besen con ganas, con dulzura y con pasión, todo a la vez, mientras unas manos conocidas recorren tu cuerpo de principio a fin.  
Placer es llegar a casa y que estén esperando por ti, es una cena recién hecha o la brisa suave del mar.
Placer es caer y encontrar una mano amiga dispuesta siempre a ayudarte, es el chocolate derritiéndose poco a poco en tu boca alterando, a su vez, tus excitadas papilas gustativas.


Placer es lo que tú quieras que sea...


Esta tarde, placer es un gran bote lleno de golosinas...

10 sept 2012

El innombrable de Sofía.


Allí estábamos, como cada jueves, en la mesa de siempre del café de 
siempre tomando, cómo no, lo mismo de siempre. Café con leche para mí y zumo de naranja recién exprimido para ella, para Sofía.


Aquella fría tarde de diciembre no era como todas las demás, algo atormentaba más de lo normal a mi gran amiga. Sus ojos, sus preciosos ojos verdes aceituna, brillaban e iluminaban, más que de costumbre incluso, el local aunque inmersos en la profundidad de un océano plagado de penas, preocupaciones y preguntas sin respuesta. Sus labios, que tantas pasiones habían levantado entre sus innumerables pretendientes no habían, ni siquiera, esbozado una leve sonrisa cuando Pedro, nuestro adorado camarero, le había regalado aquella preciosa rosa amarilla que ahora reposaba triste sobre la pequeña mesa redonda que compartíamos.

Sofía, mi Sofía, había dejado de ser perfecta. Pedro, me comentaba cada jueves que no entendía como una flor tan bella podía estar tan marchita. Yo tampoco lo entendía. Por más que lo intentaba era incapaz de entender y, a día de hoy, queridos lectores, sigo sin poder hacerlo pese a saber el final de esta historia.

Di un sorbo  a mi café, siempre inmejorable gracias a Pedro,que conocía al detalle cada uno de mis pequeños antojos, cogí aire y comencé:
-         ¿Cuánto más piensas seguir así? Llevas casi un mes ahogándote y regodeándote en tu propia pena.

Sofía me miró, se deleitó unos segundos saboreando su zumo y suspiró. Sus ojos comenzaron a brillar, más aún si cabía esa posibilidad, inundándose de lágrimas que, ansiosas de libertad, recorrían sus mejillas.
He de reconocer que nunca la había visto así y noté el segundo exacto en el que mi corazón se rompió en dos.
-        Le quiero.- dijo con la voz entrecortada- Le quiero tanto que me duele. Le quiero y cada vez que escucho esa maldita puerta abrirse pienso que es él. Él, mi innombrable.
-        Hace más de un mes que se marchó, que no le has vuelto a ver. No soy capaz de entender cómo sigues viniendo aquí, viniendo por él, a esperarlo.
-         ¿Qué pasa?- me preguntó notablemente enfadada en un intento de levantar su casi inexistente voz- ¿Nunca te has sentido unida a alguien de forma especial? ¿Nunca te has perdido en la mirada de un hombre sabiendo que era él, que estaba ahí para ti?- inquirió Sofía.
-         ¡Nunca me ha pasado eso con un tipo con el que ni siquiera he hablado! No le conoces, sólo habéis intercambiado miradas furtivas de una mesa a otra y alguna sonrisa – estaba empezando a enfadarme de verdad pero no había vuelta atrás, ya no.- ¡Pero si ni siquiera sabes su nombre!

¿Cómo podía estar ahogándose en la más profunda de las tristezas por un alguien con el que ni siquiera había cruzado dos míseras palabras?

-        No me hace falta - me dijo clavando sus ojos vidriosos en los míos- No hace falta hablar cuando ya sabes que es él.

Necesitaba salir de aquel lugar, no podía seguir viéndola en aquella situación. Recogí mis cosas enfadada y me despedí de ella con un:
-         No pienso quedarme aquí viendo cómo te consumes por él. Lo siento, pero no.

Y de verdad que lo sentía. Necesitaba hacerla entrar en razón y que se diera cuenta de que todo aquello no era normal. Tal vez, y sólo tal vez, aquello funcionara…


****************
Todos los jueves, Sofía estaba allí. Sentada en la mesa de siempre, aquella que tantas veces compartimos, del café de siempre tomando su zumo de siempre. Allí seguía, esperando por él.
Yo, todos los jueves, pasaba por la puerta del local y podía, desde la lejanía, vislumbrar sus perfectos ojos más tristes que la vez anterior pero, al menos, constataba que aún seguía teniendo fuerzas para respirar y eso, en cierta manera, me consolaba.

****************


Hoy, casi nueve meses después, la he visto sonreír como hacía tiempo no la veía. Irradiaba felicidad, estaba guapísima y volvía a ser perfecta.
Estaba allí, sentada en la mesa de siempre del café de siempre tomando su zumo de siempre. A su lado, un apuesto caballero de pelo oscuro ensortijado e impenetrables ojos negros la colmaba de besos y atenciones. Era él, su innombrable. Había vuelto y parecía que para quedarse y, entonces, yo también sonreí.

****************


He descubierto, gracias a mi querida Sofía, que, a veces, merece la pena esperar. Que, aunque nos tomen por locos, debemos ser persevantes en pos de conseguir lo que tanto anhelamos. Que nada está perdido si estamos dispuestos a luchar. Que la vida tiene planes para nosotros que ni siquiera somos capaces de asimilar…






31 ago 2012

Si tantas cosas...


Si tú supieras.
Si yo hablara.
Si tú quisieras.
Si yo pudiera.

Si tú me extrañas.
Si yo te pienso.
Si tú imaginas.
Si yo cuento.

Si tú me miras.
Si yo sonrío.
Si tú te mueres.
Si yo me mato.

si menos palabras, si más besos...

17 jul 2012

Tú, el piano y yo.


El local estaba lleno de gente, a reventar, 
esperándote impacientes... y, entre el público, camuflada tras la cámara, yo.


Tú, el piano y yo.


Tu voz inunda la sala. Se va apoderando de todo cuanto existe a mi alrededor, envolviendo mis sentidos y arañándome el corazón.


Tú, el piano y yo.

Tú. Yo. Nadie más.
Pensar que cantas para mí. Sonreir. Aunque sólo sea una vez.  Cántame y me pierdo en tu voz.


Tú, el piano y tu voz..
Tú, el piano y yo... 
¿Y el resto del mundo? 
El mundo desapareció..
Tú. Tu voz. Nada más a mi alrededor... 



Pero yo sé que estarás bien, muy pronto alguien ocupará
mi espacio en tu cama, te abrazará como mereces cada mañana
y escribirá en tu piel todo lo que nunca hice bien.

Alicia...



Alicia,                                                                                  
brújula y equilibrio. 
Una tarde en un cine 
rompiste el maleficio 
y otro mundo es posible.


Alicia, 
emprendamos el vuelo.
No habrá quien nos detenga, 
señora de mis cielos,
boca de hierbabuena.




Si un día amanece sin mí
Alicia es capaz de exigir 
que los astros se detengan,                                            Adoro esta canción..
que reparen en mi ausencia, 
que regresen por mí.


Alicia,
si hoy estás cansada 
se detendrán mañana
los relojes, las calles,
las marchas militares.




Alicia, 
dueña de mis suspiros, 
resuelve el acertijo 
que supone estar lejos 
de tu luz y estar cuerdo.


A veces no puedo dormir, Alicia,
y sé que te vas a reír
pero ando loco buscando la melodía
que te congele en mi abrazo,
que te retenga a mi lado.

16 jul 2012

Si quieres...

...Guerra,
Yo guardo un arsenal...

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